Cómo afecta el exceso de ruido a la salud

Vivimos en una sociedad bulliciosa. El tráfico, los coches, la maquinaría, la música… Cada vez se hace más difícil encontrar un entorno en la que podamos dar un descanso a nuestros oídos.

El silencio está asociado a ideas como la calma, la relajación y la concentración. Sin embargo, nuestra sociedad todavía no es consciente de las consecuencias asociadas a un exceso de ruido. Por tanto no evitamos los altos volúmenes e incluso los creamos nosotros mismos en nuestros ratos de ocio.

Consecuencias del ruido en la salud

La relación entre la calidad del sueño y el ruido es bien conocida. Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada 5 personas europeas está sometida a unos niveles de ruido por la noche que podrían empeorar su salud. El alboroto de fondo no solo impide conciliar el sueño, también hace que sea menos profundo o que nos despertemos con más frecuencia.

Pero el descanso nocturno no es el único que se ve afectado. Está demostrado que los altos niveles de ruido tienen efectos directos sobre distintos aspectos de nuestra salud física y mental como:

• estrés
• problemas cardíacos como la hipertensión, el infarto o la angina de pecho
• rendimiento laboral y educativo
• úlceras gástricas
• niveles de agresividad
• niveles de concentración
• desarrollo cognitivo

Además, la exposición a niveles de ruido muy altos puede provocar una pérdida de audición permanente.

Prevenir el ruido es ayudar a nuestro bienestar

Las consecuencias del ruido aumentan a medida que lo hace su intensidad o su duración. Es decir, no solo importa el volumen sino también el tiempo que nos veamos sometidos a él, por lo que es importante trabajar la prevención.

El ruido puede tener diferentes orígenes: los motores de aviones y trenes, el paso continuo de coches, un concierto, la música que escuchamos por los auriculares, una conversación acalorada o el entorno en el que trabajamos.

Solo los ambientes rurales parecen escapar de este mal, aunque tampoco se libran del todo. El ruido de nuestros hogares también afecta: portazos, charlas a volúmenes elevados, la televisión o el motor de la aspiradora son sonidos a los que nos hemos acostumbrado pero que también tienen consecuencias si se producen de continuo.

Puesto que no podemos reducir el volumen de toda la sociedad, sí podemos hacer un esfuerzo individual por evitarlo y reducirlo:

• Seguir siempre las recomendaciones de los responsables de prevención de riesgos laborales y utilizar las medidas de protección necesarias.
• Alejarse de los altavoces y otras fuentes de ruido.
• Evitar ambientes ruidosos como bares o discotecas.
• Controlar el ruido en nuestro hogar, limitando el volumen de la música y la televisión.
• Respetar el descanso nocturno y eliminar en lo posible los ruidos en esas horas, especialmente si hay niños, mayores y personas convalecientes en el hogar.
• Utilizar tapones u orejeras si se van a manejar herramientas ruidosas como taladros, cortacéspedes o motosierras.
• Descansar periódicamente del uso de auriculares y controlar a los más jóvenes para que lo hagan también.

Recuerda, evitar el ruido es ayudar a tu cuerpo y tu mente a sentirse mejor.